La toma de conciencia de nosotros mismos, tiene efectos en nuestra realidad más cotidiana e inmediata. Para los que hemos tenido contacto con la NMG este primer contacto ha significado un gran shock, en una primera instancia, toma su tiempo y es como dejar caer una semilla. Dependerá de nosotros y nuestras circunstancias para que germine, crezca o por el contrario se encapsule.
De acuerdo a mi experiencia este proceso es gradual, en muchos casos lento, disonante y dispar en comparación a otras áreas. Dependerá del grado de conciencia en que nos encontremos, del miedo y la ansiedad que sintamos en ese momento, respecto a nuestro futuro.
Este cambio de conciencia, como afirma Carme Jimenez Huertas y también el Dr. Hamer, es un acto y una iniciativa exclusivamente individual, un proceso que va de adentro hacia afuera, sea en el ámbito de la salud, de la espiritualidad, desde cualquier perspectiva científica este es un acto de transformación, que exige asumir la responsabilidad individual como un todo.
Nace del individuo y que si bien tiene un momento preciso de inicio es un proceso que no tiene final. Va influyendo, uniendo y transformando nuestra comprensión del mundo.
Que a través de hilos temáticos comunes van “contaminando” y dando coherencia a aquello que nuestra intuición nos decía en voz baja: que somos un todo, que estamos conectados, que limitarnos a ser objetos de estudio materiales y mecánicos es un sinsentido, y que la ciencia para ser tal, debe recuperar esa mirada y reconocer el enorme peso que tiene lo invisible.